Pasado cobrizo que envuelve sutilmente la desmenuzada valentía de un oculto temor... Obstaculizando sentimientos en el día de hoy, en donde los sueños y la realidad convergen en un sólo sentir, en una mermada lucha por no concebir mayores lazos que pueda admitir.
Quizá, quisiera estar a tu lado en un añorado viaje de encuentros fortuitos...
En donde el atardecer me dice que soy una mera mortal más, aunque varias veces me haya sentido más especial, hoy sé que, todos lo somos y que cada uno de nosotros tiene algo particular que aprender y enseñar. Desde que el viento roza las hojas de los árboles y entre más tiempo pase puedo sentir por ti, por mí.
Alguien susurra que debo esperar por ti... que te espere en mi portal, mientras sigo planeando nuestro encuentro.
Hoy tampoco has llegado y me niego a aceptar que no lo harás... no quiero descender, pero si no lo haces desfalleceré y mi corazón se romperá en mil pedazos aún sabiendo que todo está en mi mente. Sé que mañana tampoco llegarás, pero no te preocupes cada día me preocupo de inventarte para no olvidarte, cada día te recreo para seguir esperando.
He sentido como en esta espera tu esencia transita de un estado a otro entre el desván de las horas, captado tu crecimiento compasivamente... Mientras el tiempo pasa y los instantes se construyen entre el mar y la luna y el pasar de las horas.
¡Te he conocido! Pero aun así no te he descubierto.
Te anhelaba y allí estabas, me enseñaste tu crueldad inhumana y tu divino misterio que, a veces te mata y otras tantas te enaltece...
Hoy contemple tu pureza por algunos segundos y tu remota infancia de silencios dormidos.
Gracias porque aprendiste a estar cuando te necesito, cuando te extraño y te detesto.
Aprendiste a no estar cuando te busco con locura... y a escapar cuando no quieres que me acerque...
Aprendiste a quererme cuando el tiempo pasa... y la nieve aún no te congela.
Aprendiste a existir antes de comenzar a vivir.
Al despertar sentí tu presencia a mi lado, trate de decirte algo... trate de involucrarte, pero las palabras se desvanecen, porque te alejas y las confundes.