Treinta y tres sueños más una flor escarlata

Si bien ya ha pasado mucho tiempo... el invierno me ha hecho despertar desde el claustro más tibio de la inocencia del perdón. Aún mi alma añora los recobecos de la pasión infantil y de su refutable negación ante la mentira de la razón como blanca sensación de ruborización. Hoy me recorren nuevamente sentimientos acompañados de colorfríos que se deslizan hasta mis pies cuando los palpo con suavidad pensando en la magia que recubre mi soledad.
Luego de haber despertado cada noche susurrando compasión, el sueño ha vuelto a restaurarse entre cada pared de mi habitación... supongo que no debería de extrañarte pero hoy comimos entre sueños e imaginación la dulce agonía de la sustancia cobriza de tu pasado, tal vez sea bobo decirlo pero recorde un helado contigo entre vainilla y chocalate de esos que se derriten mientras más los miras pero que indudablemente permiten congelar tus deseos por unos instantes... Pensarás que mis palabras se tergiversan en la aúdaz melodía de tu voz, pero sólo recuerdo tu voz en mis sueños rotos de nostalgia por entorpecer tus sentidos en un impacto sútilmente delicado, danzando en la mitología de refranes y desmanes de tu desconfianza.

De la misma manera tonta que te alejas yo te espero entre venus y la luna, entre paisajes suculentos de metalurgia y centenares de ideas reconfortantes de pasión inmaculada, tan ingenuamente como un vertedero de agua dulce del siglo pasado. No corrompas mis silencios con tus pensamientos tan secretos, no develes mi misterio con tu dulce mirada apaciguada, sólo recuérdame en aquella flor escarlata que pétalo a pétalo encantaba tu amargura mecanizada, sobre tu bondad amorosa que me instuye extrañarte cada vez más.
Sin tu presencia en silencio se sofoca mi cielo. Más de treinta y tres sueños que son sólo míos para ti por mi. treinta y tres sueños más una flor escarlata que me inducen volar en mi placer por recordate.