Cuarenta y cuatro sueños más una flor escarlata

Cuántas veces he intentado borrarte... y vuelves a estrellarte en mi mente.

Cuántas veces he intentado escapar... y de pronto allí estás.

Cuánto vale un silencio que no me involucre en tu psicoterapia.
Sé que olvidar no es simple y me he camuflado en la lejanía más cercana,

en donde no cabe la necesidad de extrañarte...

No obstante, ante el vago intento; el deseo carcome mi alma abnegada.

¿Por qué me duele saber que eres real?

acaso el juego ha acabado o tu simple abnegación al acceso modifico mis planes de estrategias subterráneas que ya no imagino las próximas escenas...

A partir de hoy sólo me queda engañarte
o por lo menos recrear parlamentos en otra figura condescendiente.

Creo que esto será lo más factible para mi,

tal vez sea la única que crea en mi,

al mirar a otro sin mirar

al contarle a otro acerca de mis inquietudes, sin involucrarme demasiado.

Sin embargo, ya no tengo ganas de hablar, ya no necesito hablar

y esta vez no me incómoda.

En realidad es preciso que esto suceda, será sólo un estracto de tiempo sincronizado...

de día ya no te busco

de noche te detesto, por aparecer y agradarme

de día ya no te necesito

de noche me involucro, sin miedo a perder

de día ya no me motivas

de noche podría hacerte mil preguntas para entenderte

de día ya no te siento

de noche me estremece tu contacto estando despierta.

Creeme que ya lo he intentado y vuelves a estrellarte en mi mente.

Creeme que ya lo he deseado y de pronto allí estás

Cuánto vale un silencio que no me involucre en cuarenta y cuatro sueños más una flor escarlata.